Me despierto a las seis y media para preparar el desayuno a mis hijos, despertarlos y asegurarme que llegan al colegio puntuales. Normalmente.
Pero hoy he salido de casa a las cinco de la mañana. La ciudad estaba durmiendo, como es natural, las calles vacías. Sin embargo un tipo de negocio que al llegar aquí no entendía ya estaba abierto: los breakfast bar. Son unos establecimientos donde la gente compra el desayuno para llevárselo al trabajo o al colegio. Aunque también tienen mesas para desayunar allí. Estos sitios están abiertos muy pocas horas y supongo que la gente que los dirige deben tener otros trabajos, no sé, o quizás abrir esas pocas horas ya les dé para vivir cómodamente.
Iba con la moto por la calle Datong, la calle principal que hace esquina con la calle en la que vivo, y he pasado por delante de la esquina donde, a veces, voy con Lili a comprar las tartaletas de crema. Siempre hay una señora vendiendo bollería, todo encima de una mesa sobre unos caballetes. Muy rudimentario, de quita y pon. Está siempre en la misma esquina y a sus espaldas las persianas bajadas de un bar de desayunos. La verdad es que aunque he pasado por allí alguna mañana no recuerdo haberlo visto abierto, quizás no me haya dado cuenta… en mi mente allí hay un local cerrado. ¿Cómo iba un negocio abierto permitir que alguien monte otro negocio en la misma acera en la que están ellos? Pues así es. Hoy a las cinco de la mañana ese establecimiento estaba abierto.
Me doy cuenta de que estoy escribiendo desordenadamente y es porque llevo despierto casi cinco horas después de dormir menos de lo que mi mente necesita. Voy por mi segundo café.
He cruzado la ciudad en moto llevando a Lyn a su dormitorio de trabajadoras filipinas. Tiene que coger el autobús antes de las seis de la mañana para ir a trabajar, por eso el madrugón de hoy. (Sobre las trabajadoras filipinas en Taiwán voy a hacer un vídeo antes de volver a España. Es un tema importante y se habla poco de esto aquí en Taiwán, me parece.) Todo cerrado excepto unos pocos bares de desayuno y los 7/11 y Family Mart, que abren las veinticuatro horas todo el año. Como era muy pronto no había nadie desayunando en la mayoría de ellos, justo acababan de abrir la persiana. He visto a un par de jóvenes hablando delante de un 7/11 pero quizás estaban acabando la fiesta y no empezando el día… no sé. No me parece que aquí la gente sea de pasarse la noche despierta festejando como en España. Eso es algo que tengo que investigar más, también. La vida nocturna, los KTVs, los bares de cócteles y la gente que se pasa la noche en los 7/11. Un hombre de mediana edad acabándose una sopa en otro. Un chica delgada con un abrigo largo comiendo algo en el siguiente.
Hemos salido del centro y nos hemos dirigido hacia las afueras. Los perros callejeros, Tainan está llena de perros callejeros, dormían en la calzada y las aceras mientras nosotros nos acercábamos al destino. Una línea de autocares esperaba delante del dormitorio a las trabajadoras. La he dejado y he vuelto a casa. Vidas invisibles en Taiwán.
Al volver a casa, ya casi llegando, he pasado por el estadio de atletismo y ya estaban también los puestos de frutas, pescado y carne preparados, con algunas, pocas, personas comprando. Eran las seis de la mañana. A las seis y media ya está abarrotado de gente. Algunas veces he pasado para ir a comprar el desayuno a Joaquim y a Lili, y está lleno de gente. Y de perros. También haré un vídeo sobre todo esta zona. Todo a su tiempo.
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